El discurso de atril de Milei bajo la lupa
Javier Milei ha roto con la forma de hacer política en la Argentina. Lo disruptivo del presidente argentino se extiende desde el modo de relacionarse con los otros actores del sistema político hasta las formas de comunicarse. Los discursos de atril no escapan de esto: Milei tiene un estilo completamente diferente del resto de los políticos a la hora de dar sus discursos.
El actual presidente no es ni del estilo fuertemente impregnado de las tradiciones del speechwriting anglosajón como solían ostentar varias figuras del PRO, por ejemplo, ni del estilo mucho más cargado de conceptos del peronismo, donde los discursos suelen ser más extensos. Sólo por citar dos estilos muy diferentes de la política contemporánea.
Milei mezcla el estilo académico con la espectacularización de la política. Y lo hace a la perfección con ambos estilos, que son a la vez muy opuestos. Es el “hola a todos”, y las explicaciones de teoría económica, al mismo tiempo y para todo el país. Ese es el principal rasgo singular de sus discursos de atril. Una conjunción que solo un personaje de estas características podría llevar adelante.
Cada discurso de atril de Javier Milei cumple con dos de los objetivos que esa instancia comunicativa debe tener: dejar un titular para los medios de comunicación y recortes para las redes sociales. Milei mecha el tono serio del discurso leído con comentarios espontáneos, en general irónicos, que van bien para las redes. A su vez, las partes leídas suelen incluir las principales definiciones o novedades de su intervención, que son, cuando no hay polémicas, el principal insumo informativo para el periodismo.
Así, el estilo de Milei consiste, a grandes rasgos, en reforzar su imagen de académico. El ethos de intelectual. El hombre que viene a resolver los problemas de la Argentina y de yapa ganar el premio Nobel de economía. No casualmente las citas de autoridad de Milei suelen ser de economistas o intelectuales. Ese es el principal registro en el que se mueve. En simultáneo, Milei refuerza por medio de lo disruptivo (el saludo impostando la voz, los comentarios sin filtro, las ironías como apóstrofes de su discurso) su imagen de hombre diferente a los políticos de siempre.
Sus exposiciones suelen ser grandes bloques de tipo académico, explicativo, con un tono serio o hasta de cierto enojo más o menos contenido o manifiesto, intercalando breves comentarios espontáneos que se salen de las líneas escritas o simulan salirse, a menudo generando risas de su auditorio. Este último es el momento carismático del presidente.
Su efectividad comunicativa tiene mucho que ver con el hecho de que a pesar de los tecnicismos que en general impregnan sus intervenciones, habla al mismo tiempo con un lenguaje llano. Las metáforas -hablando acá ya de los recursos retóricos– están muy bien puestas dentro de sus discursos en lugares claves: en la identificación de la otredad política (“el Estado draculino mordiéndonos el cuello”) y en la exaltación de lo propio (“la economía va a subir como pedo de buzo”). Es decir, se aprovecha la efectividad comunicativa que tienen las metáforas para definir al otro y definirse a sí mismo, parte neurálgica de todo discurso político.
Hay algunos recursos que no suelen ser parte de sus discursos de atril. Por ejemplo, no suele contar anécdotas, ni recurrir al storytelling. Sí hay una narrativa general, el rescate de mitos, como el de la Argentina potencia, que hacen de apoyatura de la narrativa, así como hitos (la Constitución de 1853) de la misma. Pero en general, Milei logra efectividad en sus discursos recurriendo a modalidades nuevas para la política argentina.
Volviendo a los recursos retóricos. Milei usa metáforas, hace analogías y recurre al lenguaje figurado en general para lograr una buena llegada de su mensaje. La hipérbole (exageración) también está en su manual. No obstante, hay un grupo de recursos muy utilizados en los discursos políticos de los que Milei no hace uso. Por ejemplo, la anáfora, que es la repetición de una palabra al comienzo de más de una oración seguida; la epístrofe, que también es la repetición, pero al final de las oraciones. También se pueden mencionar otras ausencias de recursos, pero estos dos son quizás de los más tradicionales de la oratoria política; los vemos cada vez que un político repite palabras en los momentos más enérgicos de sus discursos, muchas veces sobre el final de los mismos.
Lo notorio es que en el caso de Milei la ausencia de estos recursos y estilos tradicionales de la política no hacen más que diferenciarlo del resto. No vemos en Milei a un político tradicional que pronuncia discursos de un modo tradicional.
Por último, Milei nunca pierde de vista cerrar sus discursos con esperanza. Pero una esperanza está sujeta al comportamiento del público. La promesa de un futuro mejor depende del cambio que haga la sociedad en su conjunto: “Si abrazamos las ideas de la libertad, podremos salir del pozo séptico en que nos ha metido la casta empobrecedora”. Un call to action, propio de los discursos políticos. La política es acción con otros, sin dudas. Porque, al final de cuentas, puede que Milei no sea un político tradicional, pero de que hace política no hay dudas.