¿Milei quiere ser presidente?

17 agosto, 2023 by

Javier Milei está en boca de todos. No es para menos, ha sido el cisne negro de las PASO, la gran novedad, el batacazo. Pero el alto grado de exposición también tiene su potencial costo, y más para una figura de su tipo. Pasadas las PASO, Milei ha vuelto al ruedo en los medios, dejando declaraciones que dan que hablar. 

Una parte importante del programa de gobierno de Milei pasa por reducir el Estado a niveles nunca antes vistos. No se trata del modelo neoliberal surgido en los noventa y al calor del fin de la Guerra Fría, sino de una ideología extrema, con toda una historia y cierta adhesión en Estados Unidos y que encuentra en Milei al primer gran representante en nuestro país. 

Ahora bien, esa ideología que propone un Estado exiguo resulta en un posible escollo a la hora de llevar adelante una campaña para presidente de la República y sumar nuevas adhesiones. Por estos días el electorado ha escuchado de boca del propio Milei propuestas de eliminación de determinados organismos y empresas públicas que afectan a la población de manera tanto directa como indirecta. Entran en esa lista de instituciones a ser “dinamitadas” desde el Banco Central al Conicet, pasando por varios ministerios y organismos. Las promesas polémicas incluyen el fin de la educación pública gratuita y la privatización de varias empresas estatales. Ahora bien, ¿es prudente realizar ese tipo de promesas en medio de una campaña electoral?

Tomar esas medidas tendría consecuencias para la población de distintas formas, produciendo desempleo por vía de despidos, reducción del alcance de las políticas públicas y en consecuencia afectando derechos, pero también ocasionando un daño a la economía en tanto las empresas estatales, como por ejemplo YPF o Aerolíneas Argentinas, tienen peso en el conjunto de la economía. 

En muchos casos la propuesta de privatización equivale a una fuerte reducción de organismos que no buscan el lucro, cuando no su virtual cierre. Tal es el caso del CONICET. Además del impacto directo para los profesionales, muchos de los cuales podrían optar por continuar sus carreras fuera del país, la falta de desarrollo científico y técnico afecta el desarrollo de la economía. 

La privatización de Aerolíneas Argentinas, por ejemplo, afecta en primer lugar a aquellas ciudades y regiones que no son destinos rentables o que tienen un margen de rentabilidad pequeño, dejándolas sin conexión aérea, perjudicando desde el turismo hasta la actividad económica y empresarial. En un país fuertemente centralizado, y en un proceso electoral en donde la falta de federalismo real se ha puesto sobre la mesa, resulta llamativo que la idea de privatizar Aerolíneas no sea vista desde esa óptica. Al menos hasta ahora.  

El sector audiovisual y la cultura en general también se vería afectada por la reducción o extinción de las políticas de fomento. Sin ir más lejos, Milei y su bloque votaron en contra de la ley de prórroga de asignaciones específicas de la cultura, el año pasado, y sin la cual el financiamiento de organismos como el INCAA, el Instituto Nacional del Teatro o la Conabip se vería interrumpido. La cultura genera de manera directa más de 300.000 puestos de trabajo y equivale al 2,6% del PBI, según datos del Ministerio de Cultura. 

Este conjunto de cuestiones resulta particularmente interesante de ser observado en tanto Javier Milei debe sumar votos para mantenerse competitivo en un escenario de triple empate, y en donde a ningún candidato le sobran votos. Ampliar la coalición social que sustenta su candidatura debería ser la consigna central en este momento. Muchas de las propuestas de “dinamitar” las instituciones y organismos existentes van en sentido contrario. ¿Qué alternativas plantea Milei para contrarrestar el daño que sus medidas puedan ocasionar?¿No sería mejor bajar la intensidad de las declaraciones rutilantes que rinden titulares pero generan incertidumbre por igual?

Es evidente que Milei es un candidato disruptivo en todo sentido, incluyendo las formas de comunicar. Al igual que otras figuras similares, como Trump, Bolsonaro o Kast, una de sus fortalezas a la hora de comunicar pasa por ser creíble y mostrarse genuino, diferenciándose así de “los políticos tradicionales” que miden sus palabras y procuran ser “políticamente correctos”. En síntesis: Milei es visto como alguien que dice lo que piensa, y eso en tiempos de desencanto tiene mucho valor. Habrá que ver cómo se desarrolla la campaña del libertario para las generales de octubre y mucho más todavía cómo lo hace, en caso de llegar, en noviembre. ¿Habrá equilibrio entre la estridencia y la prudencia?

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