De ganar a gobernar. La fórmula de lo disruptivo y sus límites
Los primerísimos primeros días de Javier Milei electo presidente parecían confirmar que lo disruptivo alcanzaría niveles nunca antes vistos en la política argentina. Luego vino un aparente baño de pragmatismo, el macrismo y el schiaretismo ocupando lugares centrales en el gabinete y un desplazamiento de las ideas de dolarización y cierre del Banco Central. Lo que prometía ser un punto y aparte se encamina a ser un punto y seguido.
No deja de ser llamativo que el desenlace de la primera semana de transición haya tenido dos momentos claramente definidos. Un primer momento con el presidente electo brindando varias entrevistas en las que reafirmó el ajuste y las medidas de shock, incluído el fin de la obra pública, así como el cierre del Central. Y un segundo momento, sin apariciones mediáticas, y en el que se alimentaron las expectativas de moderación del programa económico, con Luis Caputo como garante -entre otras cosas- de que no habrá medidas extremas.
La gobernabilidad es la palabra del momento a la hora de proyectar cómo será el futuro gobierno. En el plano institucional, Milei no tiene fuerte representación en el Congreso, tampoco gobernadores propios ni intendentes de peso. Si se considera a la calle como una de las variables de gobernabilidad, en principio tampoco tiene una perspectiva favorable en ese plano. Otro foco fuera de lo institucional es el juego de alianzas mediáticas. Ahí, el reordenamiento posterior a la alianza con Mauricio Macri después del 22 de octubre le estaría ofreciendo importantes activos. En la era digital los medios tradicionales todavía cuentan.
El apoyo social y electoral también requiere atención. El resultado del balotaje fue contundente. Está bien que Milei haga alarde del casi 56%, y diga que esa proporción en la población es la que respalda sus medidas. El problema de eso es que se crea su propio engaño. Milei tiene que mirar más al 30% que obtuvo en las generales. Es en esa franja de la población donde a priori tiene más respaldo. Fuera de ese núcleo es difícil encontrar respaldo a medidas radicales. Desde esa mirada, el empalme con el macrismo sería también una ampliación de su base social de apoyo.
En lo institucional el Congreso Nacional es el principal desafío. Unión por la Patria será la primera minoría parlamentaria. Gracias al buen resultado electoral del 22 octubre, serán 108 diputados y 33 senadores para la fuerza saliente. En la cámara alta estará a solo dos votos del quórum. En Diputados, a 21. Esto siempre y cuando el hasta hoy oficialismo se mantenga unido.
En Diputados, donde Milei tiene un panorama un poco más optimista, La Libertad Avanza tendrá 38 bancas. A eso se le suman cerca de 40 diputados del ala halcón de Juntos por el Cambio. Con esos números Milei estaría en torno a los 80 diputados, todavía lejos de los 129 necesarios para el quórum y cercanos a los 85 del tercio. Por eso, es clave el devenir de Juntos por el Cambio. Para Milei sería un gran negocio la unidad, es decir, incluir a las palomas y no solo a los halcones. No obstante, pueden formarse mayorías flexibles para determinados proyectos y otros no. Este último se avizora como uno de los escenarios más probables.
Por otro lado, y en principio, Milei no tiene un escudo legislativo para evitar el juicio político. Es decir, no llega al tercio de bancas como para bloquear la formación de mayorías especiales de 2/3 en ninguna de las dos cámaras. De esa forma, no podría, con los números de partida, bloquear con legisladores leales una iniciativa de juicio político. Ese dato es un fuerte incentivo para la moderación.
Dicho esto, es necesario decir que Javier Milei llegó hasta la presidencia con la ventaja de haber sido reiteradamente subestimado. Para sus adversarios sería un error seguir subestimándolo. Una segunda conclusión que puede sacarse, ésta todavía en ciernes, es que tiene la apertura suficiente para dejar de lado las promesas difíciles de realizar y abrazar el realismo político, al arte de lo posible.
El tan prometido punto y aparte aparenta estar convirtiéndose en un punto y seguido. Habrá que ver si se trata de una cuestión de ajustarse a la gramática de lo posible, o bien, si estamos ante un cambio sustantivo del proyecto de Javier Milei. Algo que lo aleje de lo prometido durante la campaña electoral y sus años como influenciador y panelista. A fin de cuentas, lo que habrá que observar es el conjunto de la obra. Para eso, tiempo al tiempo.