Los contrastes que dejó el primer Debate Presidencial de 2023

2 octubre, 2023 by

Los debates son una gran puesta en escena que sirve, entre otras tantas cosas, para generar contrastes entre los candidatos. Visto desde esa óptica, el primero de los dos debates presidenciales de este 2023
borró diferencias más que acentuarlas.


Javier Milei era quien más tenía para contrastar con el resto de los candidatos. Repitió su eslogan de que “es imposible tener resultados distintos con los mismos de siempre”, pero más allá de eso no logró
diferenciarse demasiado. En parte pasó eso porque dejó a un costado el estilo iracundo y optó por un tono moderado.
Milei se diferenció del resto en el bloque Derechos Humanos, pero de manera negativa: quedó en el aire el consenso de los otros candidatos respecto al tema. Más que contrastar, quedó aislado. Para colmo fue el primero en intervenir.

Logró mantener su ethos de economista experto, ahora birome en mano y con los anteojos para leer. Ningún adversario intentó mostrar que sus argumentos son endebles técnicamente. Sí mostraron que sus políticas pueden ser malas para el país. Pero mantuvo a salvo su ethos de tecnócrata.

Patricia Bullrich, como durante la campaña, quiso mostrase dura. Pero terminó pareciendo endeble. Ese aspecto, que ya se venía viendo, al compartir escenario escenario con el resto de los candidatos se notó
mucho más. La falta de fluidez y las vaguedades al hablar de economía le terminaron jugando en contra. A nivel expresión corporal, gesticuló con la mano izquierda todo el tiempo de la misma forma, sin
variaciones, y además parecía leer con dificultad.
Si se piensa al debate como una instancia dentro de la generalidad de la campaña, este debate fue una derrota para Bullrich. Terminó golpeando a las que intenta presentar como sus fortalezas: el discurso duro y la demostración de capacidad.


Sergio Massa
salió bastante airoso del bloque sobre economía. Tanto Bullrich como Milei, los rivales directos del ministro de Economía, no estuvieron bien en las réplicas para sacar provecho. Tampoco en el
bloque de preguntas directas.
Massa tuvo un estilo acartonado, aunque logró introducir algunos matices en su tono y poner énfasis hacia el final de cada una de sus intervenciones. El gran interrogante que abrió la actuación de Massa es
respecto a su credibilidad. La tensión y el estilo acartonado no lo ayudaron a conectar con la gente.

El doble contraste que estableció Massa se sintetiza en dos de sus intervenciones. Con el macrismo, por un lado, con la afirmación de que la deuda con el FMI la tomó Macri; y con Milei, con la imagen que
generó cuando dijo que este está a favor del porte de armas y pondrá armas en las mochilas de los chicos, cuando él quiere que dentro de la
mochilas haya notebooks.

Schiaretti por su parte por momentos se detuvo en tecnicismos y cifras no tan sencillas de entender. Pero el gran problema de sus intervenciones fue que no despertaban ningún tipo de emoción. Milei, por ejemplo, habitualmente recurre a cifras y explicaciones teóricas, pero que funcionan como punto de anclaje discursivo de un componente emocional que siempre prevalece.
El contraste central que mostró Schiaretti es que él ya hizo en Córdoba lo que promete en Nación. Trae su experiencia exitosa, no el fracaso de Juntos por el Cambio ni el de Unión por la Patria, pero tampoco “el viaje a lo desconocido” de Milei. El segundo contraste es el de interior versus ambacentrismo, el cual estableció con éxito, con la salvedad de que pecó de abusar de la referencia a Córdoba.

Myriam Bregman tuvo tal vez la actuación más destacada del debate. Con aplomo, con cambios de tono, con manejo de la ironía y frases punzantes, se destacó entre los demás. El hecho de ser la única candidata de izquierda le facilitó el contraste con el resto, que fueron presentados tanto como el sistema enquistado en el poder como los defensores del empresariado. Massa intentó desarmar el contraste establecido por Bregman cuando la interpeló: “¿Vos crees que es lo mismo que gobernemos nosotros o Milei y Bullrich?”.

Bregman puede haber tenido el mejor desempeño en el debate. Pero el debate continúa incluso una vez terminado. Son claves en ese tercer tiempo las redes sociales y la cobertura de los medios de comunicación. Dejando al margen la pregnancia o no de las ideas de izquierda entre elelectorado, la posición periférica en medios de comunicación y la menor presencia en el ecosistema digital le juegan en contra en el pos debate.


Por último, la tensión de los candidatos marcó el primer debate. Ahí no hubo casi diferencias entre ellos. Prácticamente no se vieron sonrisas, la excepción fueron las ironías y las burlas. En ningún momento los
candidatos hablaron distendidamente.
Esa tensión en última instancia transmite inseguridad, y la inseguridad es contraria al liderazgo. Si algo buscan los electores en los momentos de crisis es liderazgo. Ninguno de los candidatos se destacó en ese sentido.

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