Sumas y restas en el tramo final del balotaje

8 noviembre, 2023 by

En toda campaña política entran en juego diferentes elementos, mensajes y sentimientos a favor y en contra de cada candidato. La clave del éxito para cada equipo de campaña está en mitigar las debilidades y hacer valer las fortalezas de modo que las fuerzas a favor pesen más que las negativas, y el saldo sea favorable. 

¿Cuánto pesa para los electores que Sergio Massa sea el ministro de Economía de la inflación del 140% anual?¿Cuánto pesa a la hora de decidir el voto la promesa de un gobierno de unidad nacional y la superación de la grieta?¿Cuánto pesa que Javier Milei sea la gran novedad de la política argentina?¿Cuánto sus planteos extravagantes?

En esa madeja de preguntas que tienen su peso específico de acuerdo a cada segmento, hoy por hoy se destaca un interrogante nacido de la nueva estrategia de Milei de cara a la segunda vuelta: ¿Cuánto suma y cuánto resta el acuerdo con Mauricio Macri? A juzgar por los resultados de las encuestas recientes, la respuesta es que, de momento, fue la mejor jugada posible para La Libertad Avanza. 

Para Milei, los costos de recibir el beneplácito de Macri eran borrar con el codo su propia narrativa, y segundo, comprarse la mala imagen del expresidente. Si eso le resta, todavía no se nota. 

El antikirchnerismo, con su fuerte componente de emoción, no ha sido central en este proceso electoral, pero será decisivo en el balotaje. Milei terminó de comprar ese voto con Mauricio Macri como su garante. Moderación y nada de locuras. Al menos esa es la promesa que comenzó a dibujarse, primero como subtexto, luego como filtración a la prensa de determinados puntos de acuerdo, desde la conferencia de prensa de Bullrich y Petri en adelante. 

En el plano programático, la narrativa sobre el acuerdo Milei/Macri tiene el beneficio de la ambigüedad y la contra de la falta de solidez. Del “apoyo incondicional” a “el cierre del Banco Central no se negocia”, enunciación esta última que abre la puerta a la interpretación de que todo lo demás sí es negociable y posiblemente lo fue. 

Después de confrontar contra Bullrich con dureza durante las generales, la frase “en el 90% de las cosas estamos de acuerdo” busca sacar a Milei del intríngulis que la realpolitik le plantea a todo antisistema. Retórica o pragmatismo. En el caso de Milei, ese dilema se la planteó prematuramente durante la campaña electoral, y no una vez en el gobierno. 

En todo caso, la tabula rasa también era con la opinión pública, o al menos con esa parte de la sociedad que ve ese espectáculo y decide apoyarlo a pesar de eso. Es decir, los motivos a favor de votarlo pesan mucho más que todo aquello. Saldo positivo. 

Por su lado, Sergio Massa siempre tuvo la dificultad en el presente. Ni el futuro ni el pasado son un problema para él. El discurso acerca del futuro deseado posiblemente esté construído de manera más sólida por Unión por la Patria que por La Libertad Avanza. Más argumentos, más solidez en las propuestas y una idea fuerza centrada en la esperanza de una Patria con prosperidad. De su pasado tiene en el debe sus cambios de escudería política y, en este contexto, ser un político de larga trayectoria, pero no mucho más. 

El problema de Massa está en el presente. En el no llegar a fin de mes y la inflación de tres dígitos. El dinero que se escurre de las manos como el agua. Si toda narrativa permite ordenar el pasado, explicar el presente y proyectar un futuro posible, el interrogante en el caso de Sergio Massa es hasta dónde su narrativa explica de manera eficaz los problemas del presente. 

Y como los problemas de Massa están más que nada en el presente, cuando Javier Milei puso sobre la mesa el comodín Macri, el ministro candidato tuvo a los pocos días la suerte de poder contar con la primicia de que el Fondo Monetario Internacional investigará la utilización del préstamo para la fuga de capitales. Oportuno ladrillo en la construcción de la narrativa que intenta explicar los padecimientos del presente. 

Todo apunta a que será una elección muy apretada. La última semana de la campaña será decisiva, y también las últimas 48hs previas a la votación. En ese breve lapso de tiempo cada votante indeciso y cada votante inseguro terminará de decidir cuál es el saldo personal que le deja cada candidato. Con ese saldo in péctore irán al cuarto oscuro para definir el gobierno de los próximos cuatro años. 

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