Milei a través de Menem: el poder como eje diferenciador

11 diciembre, 2024 by

Javier Milei cumple su primer año de mandato y, entre tanto balance, en MC2 Consultora optamos por profundizar en una de las comparaciones que a menudo se hacen con el presidente libertario: Carlos Saúl Menem. 

El método comparado permite, más que encontrar un equivalente en la historia para un fenómeno actual, dilucidar aspectos del fenómeno. La comparación permite conocer y descubrir aquello que se estudia. Veamos entonces algunas similitudes y, sobre todo, diferencias entre Milei y Menem, divididas en tres grandes campos: el mundo, la política doméstica y la economía. 

Para empezar, la más notoria similitud es la agenda liberal en lo económico, antiestatista y de apertura comercial. La agenda de resregulación, privatización y ajuste. Estos son los grandes trazos que permiten la comparación entre ambas figuras, además, por supuesto, del rescate que hace Milei de la figura de Menem. 

Pero aparece aquí una primera diferencia fundamental con Menem. En aquel entonces el mundo comenzaba el período de hegemonía unipolar estadounidense. Se consolidaba el Consenso de Washington, una agenda liberal y en menor medida democrática e institucionalista. Era el Fin de la historia de Francis Fukuyama. En cambio, Milei transitó su primer año en un mundo que ya poco y nada tenía que ver con aquel, con gobiernos que promueven el proteccionismo y en ocasiones la industrialización desde la periferia. Llueve sobre mojado: el triunfo de Donald Trump significa que en el mundo volverá a recrudecer la agenda antiglobalización, el proteccionismo y la defensa de las naciones como espacio de desarrollo económico. Vuelve el mundo de la Guerra Comercial que tanta turbulencia generó en el primer gobierno Trump. 

Aquella Guerra Comercial naturalmente tuvo que ver con la emergencia de China como potencia económica. Un mundo ya bipolar, pero fundamentalmente con una disputa por la hegemonía global ante el enorme ascenso de China, con todo lo que ello puede significar en términos de estabilidad, márgenes de maniobra y riesgo para un país como Argentina. En suma, un mundo completamente diferente al de los noventa en donde había rédito en el alineamiento absoluto con la única gran potencia. 

Viniendo a la Argentina, la política ha cambiado sustancialmente. La crisis de los partidos políticos se manifestó en la implosión de 2001, y si bien luego hubo una reconstitución de la legitimidad de la política, hoy el panorama es similar al de 2001 en términos de descrédito, fragmentación y crisis de los partidos políticos como instituciones que canalicen la representación política. La elección de 2003 inauguró la era de los sellos y marcas por sobre los partidos y significó el fin definitivo del bipartidismo. 

La década de Menem es inescindible del concepto de poder. Menem fue poder. Lo ejerció como pocos en la Argentina, de la era moderna apenas los Kirchner estuvieron en el mismo escalón de acumulación. En este punto la única similitud es la hiperactividad presidencial, aunque más en base a aprovechar eficazmente el envión electoral y el primer año que en base a contar con un dispositivo de poder robusto. Menem, en cambio, contó con el Partido Justicialista, pero también de modo general el peronismo como cultura, como organización social e incluso como símbolo y marca. En ese sentido, Milei es un fenómeno demasiado nuevo y con poco anclaje en la historia. 

Precisamente, y como decía el Jorge Asís en una reciente entrevista para Le Monde Diplomatique, el presidente busca tener un anclaje en la historia a partir de Menem. Podemos agregar que Alberdi, la generación del ´37, etc. es otro tipo de anclaje mucho más narrativo y que apela al imaginario de la Argentina potencia, pero no crea una identidad en un fenómeno cultural específico y vigente. Con el rescate del menemismo se procura esto, incluso cuando el menemismo hoy sea una expresión minoritaria. 

Si Menem fue el primer político que le sacó jugo a la videopolítica, al estrellato de la televisión como medio de información y a los cambios en la espectacularización de la política que tuvieron lugar con la TV, Milei es el primer presidente que le sacó realmente el jugo a las redes sociales. O al menos lo hizo de una manera que hasta aquí no venía sucediendo, con un alcance mayor y la creación de una comunidad a partir de la virtualidad. En la diseminación de las ideas del hoy presidente las redes sociales jugaron un rol central. 

Por último, el gran tema que zanjará las similitudes o no con Carlos Menem es la economía. Específicamente el régimen cambiario. Milei atraviesa hoy una etapa que podría ser denominada de neoconvertibilidad. La valorización de la moneda nacional no obstante no equivale, de momento, a tener una moneda “fuerte”. Las pocas reservas son un elemento que hace a la fragilidad de la moneda. La incapacidad de despejar cualquier temor de devaluación, otra. Claramente es un modelo de valorización de la moneda a partir de mecanismos de intervención. Mecanismos de los que todavía se duda de su sostenibilidad. 

Una nueva devaluación sería un golpe muy duro para su gobierno, en tanto significaría más inflación y más pobreza. Por eso, existen dos escenarios para la salida del cepo: o se realiza en los primeros meses de 2025 de modo de llegar con estabilidad a la elección luego de un salto del tipo de cambio, o se pospone para después de las elección, con el riesgo, como decía el ex ministro Domingo Cavallo, de que el mercado de por descontada la devaluación y presione los precios antes de las elecciones. 

Para finalizar, de la comparación con Carlos Menem lo que surge es que la diferencia sustancial tiene que ver con el poder acumulado. Tanto en lo internacional, en donde el poder estaba concentrado en Estados Unidos y el alineamiento automático tenía réditos, como en lo doméstico, donde la existencia de estructuras partidarias fuertes suponía una punto de partida que en el caso de Milei sencillamente no existe. El tercer punto, la economía, tiene como gran diferencia las incertidumbres que aún plantea el modelo actual. 

Así, al analizar el gobierno de milei a través del prisma de la comparación con Menem, lo que surge es que el riesgo está en intentar implementar un modelo similar al de Menem en un mundo completamente diferente, y en una Argentina también distinta. 

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