Los errores de la comunicación del gobierno de Milei en tiempos de crisis

11 julio, 2024 by

Que la Argentina está en crisis ya todo el mundo lo sabe. Lo anunció el propio presidente en su discurso inaugural, con una promesa esperanzadora: este sería el último trago amargo antes de la reconstrucción de una gran Argentina. La narrativa general de Milei ha sido acertada en el sentido de preanunciar las dificultades económicas. Sin embargo hay aspectos de la comunicación oficialista que parecen estar ajenos al clima de crisis imperante.

La comunicación gubernamental durante estos siete meses de gobierno viene pecando de no cumplir con una de las condiciones básicas de la comunicación de crisis. Esto es, en la medida de lo posible, llevar el máximo de certidumbre. Para eso -y teniendo en cuenta que por definición los escenarios de crisis son de incertidumbre- existen algunos lineamientos generales que se pueden seguir (y el gobierno no lo hace).

Definir con claridad las vocerías. Hubo un acierto importante en la definición de un vocero presidencial que además brinde conferencias todos los días. Además, el perfil del vocero resulta adecuado al momento y al estilo del gobierno. El resto de los miembros del gabinete más bien están relegados a no exponerse públicamente. Eso ayuda a unificar el discurso. Las excepciones son las carteras de Economía y Seguridad.

No obstante, el gobierno tiene una gran cantidad de voceros extraoficiales o informales, fundamentalmente en el universo digital. El contexto de crisis económica y de volatilidad en lo financiero y monetario exige que los mensajes estén lo más unificados posibles. Eso, con la pluralidad de vocerías informales propias del ecosistema digital, termina no sucediendo.

La virtud de la comunicación descentralizada que suponen las redes sociales se ajusta más a las necesidades de la campaña electoral y las etapas anteriores a esta. Pero en un contexto de crisis y siendo gobierno, esa virtud se puede convertir en un flanco de potenciales amenazas. Algo de eso ha venido sucediendo con las vocerías informales en redes.

Otra forma de llevar certidumbre es clarificar los pasos a seguir por parte de la administración: el contexto es de incertidumbre, los actores implicados deben llevar certidumbre; esa es la consigna. En ese sentido el gobierno no está comunicando con claridad cuál es la hoja de ruta del modelo económico. Un problema más de gestión, pero que, como suele suceder en política, se hace manifiesto en el plano de la comunicación.

Acotar los plazos de acción definidos es otra estrategia en la comunicación de crisis. Una opción puede ser comunicar los pasos a seguir para una temporalidad dada, con comienzo y fin. Por ejemplo semana a semana o mes a mes, dependiendo el tipo de crisis. Eso ofrece certidumbre al menos en un plazo de tiempo acotado, luego del cual resulta difícil predecir cuál será el rumbo. En cambio, fijar lineamientos que luego no podrán ser cumplidos debilita la credibilidad y la autoridad, generando más inestabilidad.

Sobre este último punto el gobierno tampoco parece tomar nota. Los anuncios económicos suelen ser poco predecibles, como sucedió el viernes último con la conferencia de prensa del tándem Caputo-Bausilli. El pase de los pasivos remunerados desde el Central al Tesoro agarró desprevenido al sector financiero, con una respuesta negativa el día lunes. Esas “sorpresas” socavan lentamente la credibilidad y la autoridad.

No obstante, la credibilidad en materia económica, de cara al mercado y los principales actores económicos al menos, es uno de los principales activos que ostenta el gobierno de Milei. Un activo que lo diferencia del gobierno anterior, signado por promesas incumplidas para con esos actores.

En suma, el gobierno debería incorporar en su estrategia de comunicación la idea de que el escenario es de fuerte crisis económica y social. En ese sentido, cuidar la credibilidad propia y llevar el máximo de certidumbre posible deben ser los dos pilares inclaudicables.

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