La casta sin reflejos: el control de agenda por parte del gobierno
Inflación a la baja y control de agenda por parte de Milei en alta. De los once meses de gobierno, éste muy posiblemente sea su mejor momento. Además de los números de inflación del INDEC, la quita de la jubilación y la pensión de Cristina fue el último de los ejemplos de cómo, más allá de la efectividad final de la medida, el gobierno instala temas y, en general, impone sus encuadres.
Mientras tanto la(s) oposición(es) hacen gala de su falta de reflejos. Más allá de que el gobierno hoy cuente con los fierros de la administración y todo lo que ello implica a la hora de manejar la agenda pública, los opositores no encuentran la punta del ovillo para desmontar la narrativa que La Libertad Avanza ha logrado instalar.
Las diferentes fuerzas políticas parecen más ocupadas en temas que tienen que ver con sus propios intereses o bien intereses que representan. Y cuando es el gobierno mismo el que impulsa determinadas agendas, lo hace con la habilidad suficiente como para quedar al margen de los escándalos, tal como pasó esta semana con el debate del proyecto contra la ludopatía en el plenario de comisiones de Diputados. No es que el gobierno no tuviera posición, pero otros hacen el trabajo sucio por ellos.
La dirigencia parece desconectada de la agenda de la sociedad. No casualmente gobierna La Libertad Avanza. El gobierno afila su capital político en el roce permanente contra la casta, instalando temas con fuerte carga emocional. Un tema atrás de otro, en modo ametralladora. Frente a esa dinámica, “las fuerzas de la casta” lucen desarticuladas y lentas ante un gobierno que siempre va por delante. La casta está oxidada.
No obstante, la estrategia de control de agenda por parte del oficialismo se centra mayormente en proponer cuestiones que tienen más impacto simbólico que otra cosa. Temas, como el de la jubilación y pensión de Cristina Fernández de Kirchner, que tienen mucha carga emocional. Sin embargo, esta estrategia tiene algunas carencias.
El riesgo de tal estrategia es que el control de la agenda pase más por los temas polémicos y menos por los temas de gestión. Es decir, todo gobierno debe tomar temas/problemas instalados en la agenda pública, o bien poner sobre la mesa determinados problemas, para luego darles solución. De eso se trata la gestión. Solucionar los problemas, las demandas, de la ciudadanía. Sin eso no hay política ni comunicación que aguante.
Podría ponerse el foco, por ejemplo, en cuáles son los temas que pone el gobierno nacional en la agenda por medio de la gestión pública. Seguridad es uno de los grandes ejes que sí se abordan, pero hay otros que quedan en las sombras: salud, vivienda, trabajo, cultura… Todos ejes por debajo de los cuales los temas se acumulan a la espera de ser tomados por algún actor relevante y puestos en la agenda pública. ¿Cuáles son las demandas latentes o en estado de burbujeo, aquellas que están pero no las vemos porque todavía no han llegado a punto de ebullición?¿Quién tomará esas demandas?
Quizás en esas preguntas las oposiciones puedan encontrar algunas respuestas, no solo a las preguntas en sí, sino que fundamentalmente a su actual falta de norte. Quienes perdieron las elecciones deben reconstituir el vínculo de representación con amplios sectores que hoy están en la orfandad o bien emigraron a las fuerzas del cielo. Conectar con la agenda de la ciudadanía, instalar e imponer sus encuadres. Desoxidarse. Recuperar la iniciativa.