Elecciones 2023: el voto en los tiempos de cólera
Sergio Massa, Patricia Bullrich, Javier Milei, Horacio Rodríguez Larreta… son los principales protagonistas de las elecciones presidenciales. O casi todos. Y no es que a esa breve lista le falte algún nombre propio. Los principales nombres son esos, pero 2023 tiene además otro protagonista: el ausentismo.
Las elecciones provinciales han mostrado altos niveles de ausentismo, y la última de todas, Chubut, terminó de encender las alarmas en ese sentido. Las encuestas nacionales hace tiempo dan cuenta del alto nivel de apatía por parte de la sociedad. Por eso, tal como ha trascendido públicamente, los equipos de campaña han tomado nota del fenómeno y articulado sus estrategias en función de los votantes apáticos y la tendencia a un alto nivel de ausentismo. Independientemente de cuál termine siendo su magnitud el día de la votación, el ausentismo ya es un protagonista del año electoral.
No es necesario ahondar en los motivos que generaron el malestar que hoy se traduce en ausentismo cuando se observa cerca del 40% de pobreza, una inflación anual arriba del 100% y viniendo, para colmo de males, de una gestión, la de el período 2015-2019, que terminó marcada por la recesión, la pérdida de puestos de trabajo y la espiral inflacionaria.
Es decir, dos mandatos consecutivos en que la política no ofreció suficientes respuestas a la ciudadanía. En el escenario nacional ese proceso decantó en el posible alto ausentismo, el voto en blanco y la fuerza de la candidatura de Javier Milei, el voto “anti-casta”.
Milei al margen, el ausentismo y el voto en blanco o impugnado abren una serie de interrogantes para las próximas elecciones: ¿A quiénes beneficia y a quiénes perjudica un bajo nivel de participación?¿Con qué cantidad de votos -y la consecuente legitimidad- contará el próximo presidente electo?¿Puede el ausentismo ser decisivo en las PASO?
Considerando que los votantes más apáticos ante la elección suelen ser los menos politizados, y que estos, en tanto tienen poca o ninguna pertenencia política son el segmento de votantes pendulares o a menudo indecisos, el primer perjudicado por un alto nivel de ausentismo sería el actual oficialismo. Aquellos que le confiaron su voto en 2019 y que hoy están descontentos con la gestión de Alberto Fernández. La campaña de Unión por la Patria busca seducir a los desencantados.
En la interna opositora de Juntos por el Cambio el potencial ausentismo tiende a perjudicar a Horacio Rodríguez Larreta. El Jefe de Gobierno porteño -en continuidad con la línea “histórica” del PRO- basa su estrategia en el votante menos politizado. Patricia Bullrich, en cambio, ha desplegado una estrategia de confrontación, de definiciones más nítidas y que establecen un marcado contraste con Unión por la Patria, aproximándose más de la base electoral del PRO y Juntos por el Cambio. El segmento objetivo de Bullrich es, naturalmente, mucho más propenso a ir a votar. Por consiguiente, un alto nivel de ausentismo tiende a favorecer a Bullrich y perjudicar a Larreta.
Del lado de Javier Milei el interrogante pasa a ser si sus votantes, que van desde el perfil del malestar con la política a aquellos que adhieren más a sus propuestas libertarias, irán efectivamente a votar. Puntualmente, el interrogante es si esa franja de electores que hoy declaran su intención de voto en Milei en base al voto anti-casta, pero que no tienen una adhesión a sus propuestas de corte libertario, terminarán yendo a las urnas.
Después de todo, puede que Milei no sea el único que capitalice el desencanto de la sociedad con la política, y que el otro gran ganador con ese desencanto sea el protagonista sin nombre propio, el ausentismo.
La última semana de las elecciones tendrá más que nunca un marcado énfasis en la movilización de la ciudadanía (o bien la desmovilización, dependiendo el caso). La obligatoriedad del voto en los tiempos de cólera parece estar bastante relativizada por parte de la ciudadanía.