El dilema de Javier Milei en la era de la inmediatez

9 diciembre, 2023 by

La satisfacción es en gran parte una cuestión de expectativas. Quedamos satisfechos o no con un resultado o producto determinado en función de lo que esperábamos de este previamente. Por eso, para los candidatos y los gobiernos es importante gestionar las expectativas adecuadamente. Javier Milei llega al gobierno con expectativas contradictorias. De un lado se espera que haga el ajuste, que tenga lugar el reseteo de la Argentina y se encaminen muchas de aquellas cosas que hoy no funcionan. Por otro, hay una expectativa de mejora material, de resolución de la inflación y la posibilidad de llegar a fin de mes; la añorada estabilidad.

El gran problema para Milei con la expectativa de mejora material es que estamos en la era de la inmediatez: todo es para ya. Así, el fin de la inflación y la mejora del bolsillo son esperados al ritmo que impone la revolución tecnológica en marcha. Todo a un touch de distancia.

De esa forma, el ajuste, considerado como necesario para la estabilidad macroeconómica, es contradictorio con la expectativa de estar económicamente mejor en lo inmediato. El corto y el mediano plazo. Ese es el dilema de Javier Milei. Al igual que con Mauricio Macri, el dilema se traduce en la disyuntiva entre gradualismo y shock. Macri optó por el primero. Milei prometió shock, pero hoy no está claro que así vaya a ser verdaderamente .

Estas expectativas contradictorias de ajuste y mejora material inmediata tienen un telón de fondo. Existe una visión muy común siempre que se habla de hacer un ajuste que es que muchos de los que están de acuerdo creen que el ajuste no será para ellos. Como si fuese suficiente con ajustar la política, por ejemplo. Si eso fuese verdadero, no habría contradicción entre el corto y el mediano plazo. El problema es que no lo es, y el ajuste repercute en la totalidad de la sociedad.

Además de la variable ajuste, para la estabilización económica hay otra variable tan relevante como perenne en la Argentina: el dólar. Sin dólares no hay estabilidad. Y esta otra variable es parte también de una de las expectativas, o promesas mejor dicho, de Javier Milei. Ganar en dólares ya no parece estar en el horizonte inmediato que promete el nuevo presidente. Es como un sueño aplazado. Hay ahí
otra fuente de potencial insatisfacción, si es que la promesa no condice con lo entregado por el gobierno.

En suma, el problema para Javier Milei es que, debido a la era de inmediatez en la que estamos inmersos, enfrentará plazos muy cortos para evaluar su gestión en términos de satisfacción o insatisfacción de la ciudadanía. Hay una tarea titánica en términos de comunicación política. La gestión de las expectativas será central para lo que venga, y la legitimación de las medidas adoptadas deberá ser cuidadosamente trabajada. La ciudadanía ya no es pasiva, es interactiva, y desea resultados casi inmediatos

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