Doce puntos sobre el gobierno de Javier Milei
Se especuló con que Javier Milei presidente podría ser una versión moderada, que podría dejar de lado algunas de sus propuestas más radicales y modular el tono confrontativo hacia algo más conciliador. Sin embargo, a poco más de un mes de iniciado, ya podemos decir que sabemos con bastante certidumbre de qué se trata su gobierno.
Con lo visto en estas seis semanas se pueden listar algunos puntos salientes de la dinámica política de su gestión que son insoslayables para cualquier análisis. He aquí los doce principales:
- Lo más obvio de todo a esta altura es que finalmente no se trata de un gobierno moderado en sus propuestas, que van a fondo en los cambios estructurales del país, ni tampoco gradualista. Esa posibilidad quedó desterrada completamente la noche del 20 de diciembre, cuando Milei le comunicó a la sociedad la firma del mega DNU de 366 artículos.
- Esa jugada, sumada al envío de la ley ómnibus al Congreso, son el núcleo de una estrategia de alto riesgo que va al choque de entrada y busca aprovechar el impulso del capital electoral conseguido en noviembre. La estrategia podría ser mejor aún si el libertario confrontase menos con el Congreso y mostrase mayor disposición a negociar.
- Con esa estrategia Milei pone de su lado al tiempo: el mal (las medidas impopulares) todo junto y al comienzo, y luego cosechar los buenos resultados del plan económico, como el fin de la inflación y el retorno del crecimiento. Eso si el plan funciona. Aún en el mejor de los escenarios, una recuperación del poder adquisitivo -que ya venía golpeado- parece de las materias más complicadas.
- Ganar las elecciones es muy distinto a gobernar. Gobernar requiere de una organización todavía más compleja y en donde pasan a ser claves los funcionarios de niveles intermedios. La Libertad Avanza llegó al gobierno sin tener esos cuadros intermedios. Hoy se ve un déficit de organización para llevar adelante la gestión.
- Pero más problemático que eso es que las decisiones del gobierno están pasando por un grupo muy reducido, circunscripto a quienes tienen despacho en la Casa Rosada. En ese sentido, quedó de manifiesto que no hay una delegación real de las tareas. Milei y su círculo más cercano mantienen un control de las distintas áreas. El gobierno todavía está lento en la toma de decisiones más allá del tronco principal que pasa por el Palacio de Hacienda y la Casa de Gobierno.
- Además del efecto embudo, es evidente que a menudo La Casa Rosada choca con los miembros del gabinete. El desentendimiento con Osvaldo Giordano, titular de la ANSES, respecto al Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) es una de las muestras más salientes. Giordano proviene del cordobesismo.
- Esto nos lleva a otro punto: no hay una lógica de gobierno de coalición. Al quedar los principales lineamientos sujetos a la decisión unilateral de la Casa Rosada, abriendo conflictos internos al gobierno, aún cuando estos luego se puedan arreglar acordando, está claro que no hay una instancia de consulta previa. El problema no es que existan distintos grupos dentro del gobierno, sino la forma en que se gestionan dichas diferencias.
- Un segundo aspecto que muestra las diferencias entre lo que son las elecciones y gobernar es el manejo de las redes sociales del presidente. El desafío de Milei está en congeniar su estilo confrontativo y polémico con las responsabilidades de presidente. Se trata de una arena en la que, gracias a ese estilo, el libertario logró construir algo fuerte. Hoy aún está en proceso de reorganizar sus redes.
- Iñaki dejó el manejo de las redes a raíz de republicar desde la cuenta del presidente una publicación suya. Esa fue la excusa al menos, o la gota que rebalsó el vaso. El colaborador cercano de Milei, que administró una de las principales fortalezas, como son las redes, que pasó tiempo a su lado y fue uno de los hombres de su riñón, no tuvo ni el beneficio de una salida elegante. Fue eyectado y humillado. Milei ya cuenta con una lista de ex colaboradores y aliados que han pasado a ser enemigos. Y los amigos pueden ser los peores enemigos. Todo eso habla de la forma de vincularse de Milei. Pero en tanto economista panelista es una cosa. Como presidente los riesgos son mayores.
- El nuevo gobierno ha elegido dos adversarios: la casta y el kirchnerismo. La polarización funciona más contra este último que contra el primero. El concepto de “casta”, definido nítidamente durante la campaña, se está redefiniendo en esta etapa de gobierno. Y se redefine independientemente de la voluntad del oficialismo y la enunciación que este haga, porque los hechos necesariamente alteran los significados de las palabras.
- Esto nos lleva al último punto. No hay una narrativa clara de gobierno. El discurso contra la casta está desfigurado porque el ajuste lo hace el común de la gente, y la opinión pública así lo percibe. La posibilidad es fortalecer la polarización con el kirchnerismo, utilizando ese mote incluso para definir al conjunto del peronismo.
- La estrategia de confrontar contra el Congreso tiene sentido en el marco de ir contra la casta. En ese línea, el último movimiento táctico es responsabilizar al Congreso por lo que será un empeoramiento de las condiciones de vida si es que la ley ómnibus y el DNU no son aprobados. Una jugada fatídica: la sociedad argentina no espera nunca nada del Congreso; la demanda por resultados es siempre al Poder Ejecutivo.
Así las cosas, el gobierno debería optar por confrontar casi en exclusividad con el kirchnerismo y los vestigios del anterior gobierno; negociar más con los demás actores; descentralizar la toma de decisiones y organizar más y mejor a los cuadros intermedios; profesionalizar las redes sociales e; ir hacia un gobierno con una verdadera lógica de coalición.