Cuando pase el temblor
“Hay una grieta en mi corazón/ Un planeta de desilución”. La política argentina estaba aguardando el temblor hace rato. La aparición de un outsider o incluso de un antisistema, alguien que encarnara el disgusto con la política, era cuestión de tiempo. Si en las elecciones de 2019 flotaba en el aire el interrogante de si podía surgir un “Bolsonaro argentino”, en 2021, a la salida de la pandemia, el interrogante era cuándo iba a aparecer dicho terremoto y sobre todo: cuál sería la magnitud del sismo. Las placas tectónicas de la política argentina se estaban moviendo hacía un tiempo.
Y finalmente el sismo dio lugar al escenario de tercios. Milei emerge como el actor que viene de afuera del sistema político, luego de cuatro años en los que la política no logró salir de su engodamia para entrar en el metro cuadrado de los ciudadanos de a pie y establecer un diálogo. Las demandas parecían pasar por debajo del radar de la política, volcada al ombliguismo y el fogoneo perpétuo de la grieta.
Ante ese escenario, Milei viene a sacudir a la política argentina. Se trata de un elemento externo del sistema que se presenta como una posible renovación. Milei es novedad tanto para votantes como para su competencia: los políticos etiquetados por él como “la casta”. ¿Será oxigenación para una política ensimismada?
El signo del cambio que representa la aparición de Milei es todavía una incógnita. No se sabe exactamente qué podría salir de un eventual gobierno de Milei, cuál sería el punto de equilibrio entre lo prometido y lo posible y hasta dónde iría la ejecución de las ideas más radicales del libertario. Lo que sí está claro es que los más de siete millones de votos de Milei en las PASO han cambiado la política argentina, independientemente de quién termine ganando las elecciones.
La novedad de Milei pasa también por las nuevas formas de hacer política, las nuevas fronteras que él ha establecido respecto a qué se puede decir y cómo ¿Era imaginable hace algunos años que alguien que grite “¡viva la libertad, carajo! tenga la centralidad política que hoy tiene Milei? Alguien que canta eufóricamente arriba del escenario, insulta fuertemente a sus adversarios y dice que tiene hijos de cuatro patas. Milei ha roto los moldes.
La campaña de La Libertad Avanza también ha innovado en materia de redes sociales. Sin dudas una candidatura con poco aparato y poca territorialidad, pero con virtualidad de sobra. Milei fue de los estudios de televisión a Tik Tok, mostrando las posibilidades de ensamblar ambos formatos: poniendo en las redes (en general a través de cuentas secundarias) fragmentos de sus intervenciones en televisión y desde el origen pensando estas intervenciones (e incluso sus discursos) en segmentos breves capaces de ser reproducidos en los formatos de las redes.
Mientras el resto de los candidatos buscan adaptar sus intervenciones y mensajes a las redes, los mensajes de Milei ya nacen con el formato y los lenguajes propios de las redes. La adhesión de los segmentos más jóvenes no es casualidad; parte de incorporar naturalmente lenguajes y estéticas más cercanas a estos.
El resultado también fue disruptivo. Milei se impuso en la provincia de Córdoba con el 33,6%, dejando atrás a Schiaretti (27,5%) y Juntos por el Cambio (25,2%); se impuso en Tucumán, con el 36% contra el 32,9% de Massa/Grabois; y se impuso en Mendoza, con el 44,8% contra el 28,3% de Juntos por el Cambio. Los que solían protagonizar ya no lo hacen, o no lo hacen tanto.
Milei ganó en 16 de los 24 distritos, y entre los principales cuatro (Provincia de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe) ganó en los dos últimos, siendo la tercera fuerza en Ciudad y Provincia de Buenos Aires.
La grieta estuvo en el corazón de la política todos estos años. Hoy ha perdido centralidad gracias a la irrupción de ese planeta de desilusión en el que viven la mayoría de los votantes. ¿Será un reseteo para una política cada vez más endogámica? El interrogante de qué quedará cuando pase el temblor ya está abierto.