24 de marzo en la era Milei: refundar el país yendo al choque permanente

22 marzo, 2024 by

Autor: Ignacio Pirotta

Es común que cada nuevo ocupante del sillón de Rivadavia le de un sentido refundacional a la etapa que se inicia con él. El naciente gobierno de Javier Milei no es la excepción, también tiene las habituales pretensiones refundacionales. Sin embargo, el libertario trae consigo un ímpetu que supera lo reformista y alcanza niveles casi de revolucionario.

En esta refundación de la Argentina, con una narrativa que nos retrotrae siempre a uno de los próceres de nuestra historia, Juan Bautista Alberdi, se pretende dar vuelta la página de los últimos cien años de historia, y con ella “el modelo empobrecedor de la casta”. Milei está en lo correcto: el contexto impone no sólo la estabilización económica, sino la refundación, al menos de ciertos aspectos, del país. 

Sin embargo hay un detalle no menor. Milei representa una tendencia política radical, lejos de la moderación. En un momento donde hay que cambiar muchas cosas, eso puede ser positivo. Pero no siempre. El gobierno choca con varios actores políticos, institucionales y sociales a causa de su radicalidad y así el problema pasa a ser, más allá de los contenidos y los gustos de cada uno sobre los mismos, que la propia posibilidad de cambio queda minada cuando se choca con muchos, muchas veces y al mismo tiempo.

Esta dinámica que tensa entre la confrontación y lo refundacional tiene su punto saliente en el pacto de mayo. La propuesta de un gran acuerdo nació con la debilidad de que la relación entre el presidente y los gobernadores venía deteriorada. Para ganar fuerza como tal, el presidente debía ceder en algunos puntos, hacer gestos y archivar la confrontación. Eso sucedió a medias.

El resultado es que la pretensión refundacional de Milei es más de cara a la sociedad que de cara a lo institucional. Incluso podríamos decir, de espaldas a todo aquel que no adhiera a sus ideas, incluyendo actores institucionales. A decir verdad, en el plano institucional el gobierno lleva adelante solo los cambios que le permiten las palancas del Ejecutivo sin participación ni del Congreso ni de gobernadores.

Y así llegamos al 24 de marzo. Un nuevo aniversario del golpe de estado de 1976. Por lo visto en las últimas horas, el gobierno amaga a meterse en el juego de intentar resignificar la fecha. Abrir una batalla por el significado de esa fecha y de todo el proceso militar que fue desde el 76 al 83. Batalla enmarcada en lo que algunos denominan guerra cultural. Pero ¿hasta dónde irá en ese intento?¿Tiene más para ganar o para perder?¿Qué tan amplio es el consenso democrático surgido en 1983?¿Cuáles son los puntos blandos de ese consenso?

A partir del 2003, y también en un momento histórico de crisis -por lo tanto un momento bisagra-, el kirchnerismo fue costurando una nueva hegemonía política y cultural, con un discurso que recuperaba elementos del pasado, refundaba el país y prometía un porvenir mejor. La dictadura y los derechos humanos fueron centrales en ese discurso de cara al conjunto amplio de la sociedad. El rescate de la militancia setentista, en cambio, tuvo centralidad de cara a la propia militancia, pero no mucho más allá, como algo auxiliar en el discurso.

Los doce años del kirchnerismo permitieron una hegemonía cultural y política, en donde para ganar las elecciones de 2015 Mauricio Macri tuvo que recalcular su posicionamiento respecto al alcance del cambio; el recordado discurso en el triunfo de Rodríguez Larreta. Pero el del kirchnerismo no fue un movimiento de un solo paso ni de una sola vez. Esa hegemonía discursiva no hubiese sido posible si no hubiese habido logros materiales. La fuerte construcción de lo simbólico, sobre todo con Cristina, descansó en logros materiales. Sin condiciones objetivas, el discurso kirchnerista no hubiese tenido el éxito y la penetración que tuvo, y aún tiene en parte.

Este primer 24 de marzo de la era Milei comienza a abrir una disputa que no será de un solo episodio. ¿Qué elementos del revisionismo libertario serán centrales y volcados al conjunto amplio de la ciudadanía y qué elementos estarán mayormente orientados a la militancia? Eso se pondrá de manifiesto en los gestos, discursos y hechos de estos días, y encontrará resistencias de las que será interesante ver los alcances y amplitud.

La consecución de éxitos materiales que permitan cimentar un nuevo discurso todavía está por verse. Es lógico que en el inicio de gobierno las palabras vayan por delante de los hechos, y lo simbólico por delante de lo material. Pero lo que hoy puede ser un amague o mera retórica mañana puede tener las condiciones objetivas para ser llevado adelante.

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