Si no hay coherencia que no se note
En comunicación política no hay identidad posible si no se mantiene la coherencia -en todos los órdenes- a lo largo del tiempo y de manera sostenida. No hay identidad política posible, ni discursiva, ni visual si no se mantiene constante un grupo de elementos centrales.
En este punto el gobierno nacional tiene una incipiente contradicción: intervención de precios de las prepagas, postergación de quita de subsidios a los servicios, aumento de impuestos -como el PAÍS- y cuotas con el programa Precios Claros (es decir, financiadas por el Estado). Nada de todo eso es coherente con el tronco del modelo discursivo y económico liberal.
¿Representa un problema para el gobierno atenerse a algunos principios más bien pragmáticos y dejar de lado, en parte, la ideología liberal libertaria? A priori, no. En primer lugar, la identidad de Javier Milei y su gobierno está bastante constituida. Ya definido el trazo grueso, algunas excepciones siempre son permitidas. Sería distinto si esas contradicciones se diesen en un momento de instalación.
No obstante, lo que se puede observar es la incipiente aparición de micro contradicciones. A las ya referidas se les puede agregar el nombramiento de familiares y amigos en cargos públicos, el reciclaje de figuras tradicionales de la política e incidentes pasados, como la suba de salarios de funcionarios. Aunque nada de eso ha generado daño (salvo el tema sueldos), todo contradice el leitmotiv antipolítico.
Analizando otros planos podemos decir que el gobierno mantiene coherencia en lo discursivo y, por supuesto, en lo visual. En esencia, Milei no ha siquiera amagado a modificar aspectos de su estética personal: se mantiene apegado al desapego de las normas de etiqueta, por ejemplo.
¿Qué efecto podrían tener mayores cambios en la política económica o en la gestión de lo político? En principio se puede decir que Milei está muy bien posicionado y dificilmente algunas incoherencias lo desdibujen. Se ha ganado su lugar en la política argentina y fundamentalmente en la mente de las personas, sosteniendo un núcleo de elementos discursivos y estéticos y contrastando con el resto.
Pero si de posicionamiento hablamos, son las otras fuerzas las que tienen inconvenientes. Principalmente Juntos por el Cambio y el PRO. El posicionamiento siempre es relacional, no se da en un espacio vacío de actores, sino en relación a los otros actores. El triunfo nacional de La Libertad Avanza y el embarque de algunos de miembros del PRO al gobierno trastocaron el lugar que siempre ocuparon esas fuerzas. Hoy están en un no-lugar.
Del lado del peronismo el problema no es tanto de posicionamiento (o en todo caso debería cambiar su posicionamiento), sino de fragmentación. La fragmentación del peronismo no es sólo dirigencial sino que también se observan fracturas programáticas e ideológicas. Si ya había divisiones siendo gobierno, siendo oposición…
Por eso, de momento, uno de los grandes activos del oficialismo es la falta de una oposición consolidada. Mientras tanto, el gobierno tiene margen para avanzar, incluso sin ostentar demasiada acumulación de poder. Para adelante, el desafío será el de la recuperación económica y del empleo. ¿Podrán reactivar la economía desde el purismo de libre mercado y sin meter mano en la parte keynesiana de la biblioteca?
Si hay un viraje de ese estilo, el gobierno deberá tomar nota de la necesidad de cuidar la coherencia discursiva y de los valores promovidos. No obstante, al final del día, en política, son los resultados los que están por encima de todo. Incluso de la coherencia.