La musicalidad de la campaña electoral

7 agosto, 2023 by

La música representa el idioma global y actúa como un poderoso catalizador de sentimientos. Es un medio que contribuye a transmitir mensajes políticos, ya sea en beneficio o detrimento. Incluso antes de que existan Spotify o YouTube, el empleo de jingles ya era uno de los recursos de comunicación política más ampliamente utilizados durante las campañas electorales. 

Los jingles son melodías breves (con una duración de 5 a 60 segundos) y fácilmente memorizables, diseñadas para complementar los anuncios con el objetivo de persuadir, favorecer el recuerdo y fomentar conexiones emocionales. Mediante la creatividad y el humor buscan captar la atención y apelar a las emociones de los votantes, adaptando así sus mensajes al entorno de los medios de comunicación y, sobre todo, de las redes sociale

Durante años, los equipos políticos han buscado eslóganes, jingles pegadizos y música popular para ser usada en sus campañas electorales.  En Chile, la campaña del NO con la canción “Chile, la alegría ya viene” se convirtió en un nuevo paradigma en la comunicación política chilena. Se trató de  un disco-casete musical de 1988 publicado por el sello Alerce en apoyo a la campaña de la opción “NO” en el plebiscito nacional de Chile de 1988.

La música como oportunidad

La canción es una de las vías más rápidas para identificarnos con una persona, para ayudar a la conexión emocional entre el ciudadano y el candidato y a la identificación de un partido.

En Estados Unidos el impacto político del famoso “Yes, We Can” compuesto por  el rapero Will.I.am, líder de los Black Eyed Peas para la campaña de Barack Obama en 2008 fue determinante electoralmente. La canción, cuya letra se basa en un mashup del discurso del entonces senador en un mitin en Nuevo Hampshire, sumado al vídeo dirigido por Jesse Dylan (hijo de Bob Dylan) y a la aparición de varias figuras del espectáculo, crearon una propuesta única que suena actual incluso hoy en día. Pero el dato más relevante quizá sea que, aunque fue una clara acción de apoyo al demócrata, el equipo de campaña de Obama no estuvo involucrado en su producción. 

El activismo también explora nuevas formas de comunicación política que involucren a las multitudes, a las tendencias en redes sociales (TikTok despegó por el rol predominante que tiene la música en sus contenidos virales), y a las calles.

Trap, reggaetón y cumbia: guiño al votante joven

El género musical suele ser elegido de acuerdo al target al que apunta el candidato y a la empatía que puede generar en este. En muchos casos resulta una estrategia para acercarse a potenciales votantes jóvenes. En este sentido, desde hace años muchos políticos han tratado de asociarse con géneros como la cumbia, el trap o el reggaeton para llegar al oído de un segmento que a veces resulta difícil de interpelar. 

Durante la campaña de 1999 a intendente de La Plata, el candidato Julio Alak, logró destacarse sobre el resto de sus competidores cuando lanzó un CD con quince hits que sonaban en los boliches de su localidad, como «El Meneaito», «Up & Down», «Eléctrica Salsa» y «Disco Blue». En una ciudad universitaria y en épocas analógicas la pieza de merchandising fue un éxito y muchos la conservan hasta la actualidad.

Este año, la izquierda también le hizo un guiño al voto joven con su hit de la mano de Gabriel Solano, precandidato a presidente por el Partido Obrero. Con una reversión del tema “M.A (Mejores Amigos)” de la banda BM, el legislador eligió apuntar contra Juntos por el Cambio, Javier Milei y Sergio Massa. 

El ministro de Economía y precandidato a presidente por Unión por la Patria (UxP tampoco se quedó atrás y lanzó un un spot donde imita una Bizzarap Session, con el nombre ‘Massarap’ Music Sessions #01 en el que se hace eje en la “unidad y gestión”. Los ejemplos como estos abundan e inundan los canales digitales en época de comicios. 

La imagen de la política y sus candidatos se relaciona con nuestras percepciones y expresiones acerca de ellos, así como con las emociones que nos generan: confianza, cercanía, empatía o, en su defecto, lo opuesto. De temas clásicos a hits del momento, con melodías pegadizas, rítmicas, atractivas o con buenas letras, la dirigencia política y sus equipos de campaña siguen recurriendo a la música para apuntalar sus mensajes en la mente del electorado.

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