La primera impresión es la que cuenta: cómo dar el puntapié inicial para una buena comunicación
Suele decirse que en las relaciones interpersonales la primera impresión es la que cuenta, en el sentido de que las huellas que deja son indelebles e impregnan la forma en la que conocemos a los otros. Hay bastante escrito sobre el tema y lo cierto es que muchos rebaten esta teoría sosteniendo que en verdad el registro permanente de las personas no tiene que ver con la primera impresión, ni la segunda, sino con una construcción sostenida en el tiempo. No obstante, esa máxima nos sirve para pensar la comunicación política de hoy en día.
Una de las vedettes de la comunicación son las redes sociales, un territorio relativamente nuevo, en ocasiones puesto en una falsa dicotomía que las enfrenta al cara a cara (face to face). En realidad no hay tal dicotomía sino que redes y cara a cara son complementarios. Y en ambas la primera impresión es importante.
En redes sociales “la primera impresión es la que cuenta”, como decía la publicidad de Axe en los ochenta y noventa, en el sentido de que es necesario captar la atención desde el primer instante. La competencia por la atención no nos deja margen para que nuestros contenidos de redes no sean interesantes desde la primera fracción de segundo.
La primera imagen de un reel, sea de alguien hablando frente a cámara o mostrando actividades, tiene que atraer a la audiencia a seguir mirando y no scrollear. El copy en las publicaciones de X o Facebook también tiene sus trucos; hay que captar la atención desde la primera línea, sobre todo en Facebook, que muestra apenas los primeros renglones del texto.
Pero hay que comenzar incluso antes de la primera línea. Atraer la atención en un texto es algo que comienza antes de la lectura misma. A simple golpe de vista podemos decidir si una publicación escrita nos atrae o no. La extensión del texto, la disposición de los párrafos (no es lo mismo párrafos cortos que un bodoque), el uso de emojis y hasta la forma en que se usan los signos de puntuación, son todos aspectos que los captamos a simple golpe de vista y predisponen o no a detenerse a leer una publicación. En redes, es la primerísima impresión la que cuenta.
“Nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”, decía Oscar Wilde. Esa máxima aplica más al face to face, donde la lógica es diferente a las redes.Lo que transmite el contacto personal no lo sustituye ninguna forma de comunicación digital o a través de medios tradicionales, aunque estas tengan otras ventajas, como el enorme alcance o la posibilidad de microsegmentación. Causar una buena impresión de entrada es clave.
En esa línea, las recorridas de un intendente por los barrios, o bien de un gobernador a determinada localidad, son oportunidades que el político debe exprimir al máximo ya que no sólo nunca habrá “una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión”, en la mayoría de los casos no habrá segunda oportunidad para el cara a cara.
El contacto visual, e incluso el contacto físico, la simpatía y la proximidad, una buena postura física y, fundamental, la escucha atenta y la interacción con los vecinos, marcan toda la diferencia para generar una buena impresión en persona.
Sin dudas la imagen de un político se construye a lo largo del tiempo y ganarse la confianza y los corazones del público no es algo que suceda de una vez y (mucho menos) para siempre. Hay que trabajar arduamente para crear y sostener una imagen positiva. No obstante, la primera impresión, sea en redes o en persona, siempre es importante.