Nayib Bukele: El presidente millennial que reinventó la política salvadoreña.
Más de diez años después del triunfo de Barack Obama, en 2019 Nayib Bukele se convirtió en el primer presidente salvadoreño en hacer de las redes sociales su principal canal de comunicación. El de Bukele fue, y aún es, un fenómeno con arraigado en las redes. Con una aprobación del 90% según Latinobarómetro, se encamina a un triunfo seguro en las elecciones del 4 de febrero.
Pero el fenómeno Bukele está lejos de ser solo redes. Ganó las elecciones de 2019 teniendo ya una imagen de buen gestor, cosechada en su época de alcalde, tanto del pequeño municipio de Nueva Cuscatlán (2012-2015) -donde también redujo la tasa de homicidios-, como de la capital nacional, San Salvador (2015-2019).
Ahora como presidente, su altísima aprobación tiene sustento principalmente en la satisfacción de una de las grandes demandas de la sociedad salvadoreña: la inseguridad. Con Bukele la tasa de homicidios cada 100.000 habitantes se desplomó desde 38, en 2019, hasta los 2,4, en 2023.
El salvadoreño llegó a la presidencia en 2019 de la mano de un discurso basado en tres ejes principales. Primero que nada, el fin del bipartidismo que dominó la política salvadoreña, con Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Bukele tuvo un discurso contra la política tradicional y se mostró como algo diferente. Su eslogan en 2019 era “El dinero alcanza cuando nadie roba”.
Otro eje de Bukele fue y es la conocida lucha contra la criminalidad. Este es su principal logro de gestión en estos seis años de presidente. El Salvador pasó de ser uno de los países más violentos del mundo a ser el segundo con menor tasa de homicidios en toda América en 2023, solo detrás de Canadá. Este issue le sirve para trazar la divisoria de aguas con sus detractores, quienes pasan a ser “defensores de los criminales”.
El tercer eje es la eficiencia de gestión. Bukele es un empresario -no casualmente dedicado entre otras cosas a la comunicación política- y lleva consigo ese ethos empresarial que busca modernizar y hacer del aparato estatal una máquina más eficiente. A partir de esta imagen de gestor eficiente que viene a modernizar el país evita los posicionamientos ideologizados en términos de derecha e izquierda, así como también borra los símbolos partidarios de su propia gestión. Es decir, se diferencia de los (hasta ayer) dos grandes partidos.
Por medio de las redes sociales el presidente salvadoreño ha reforzado su conexión con el público más joven, manejando con maestría el lenguaje digital, alternando las publicaciones políticas y de gestión con otras que muestran parte de su vida privada, sus hobbies -como el skate- y su sentido del humor. Su bio de Twitter (hoy X) inicialmente rezaba: “el presidente más genial del mundo mundial”, toda una muestra del estilo descontracturado.
Esa comunicación en donde el presidente salvadoreño “puentea” a los medios tradicionales refuerza la lógica antiestablishment. La comunicación directa con el pueblo, sin mediaciones, es a menudo un rasgo de los llamados populismos. Además, contrapone lo auténtico a lo acartonado de los políticos, sea con sus formas, con su vestimenta o con las polémicas generadas.
Como se dijo, su capital político está cimentado en los logros en materia de seguridad. En el plano económico, en cambio, el país no ha generado un crecimiento significativo e incluso hoy hay un 4% más de pobreza en comparación con 2019, según los datos oficiales registrados en la muestra permanente de hogares.
Por otra parte, el turismo y la gastronomía son las principales actividades generadoras de empleo, y precisamente el gobierno promovió durante 2023 la realización de eventos con proyección internacional, como Miss Universo y los Juegos Centroamericanos y del Caribe, así como también el reciente partido entre la selección de fútbol masculino de El Salvador y e Inter Miami con Lionel Messi a la cabeza.
Una obra pública con peso simbólico y que se inscribe dentro de la narrativa de un país en vías de modernización fue la inauguración de la Biblioteca Nacional en noviembre pasado. Con inversiones chinas, la biblioteca es un imponente edificio de cristal que ocupa toda una manzana.
Bukele asienta su éxito en los logros de gestión. Pero la comunicación es constitutiva de la política. El gestor eficiente y que vino para modernizar a El Salvador se comunica de manera cercana con la gente por medio de las redes sociales y con un estilo comunicacional que es parte de todo un liderazgo innovador y disruptivo.
Desde el punto de vista comunicacional lo más destacado es que Nayib Bukele, aún siendo presidente, ha sabido preservar esa llama que es el secreto de los grandes comunicadores a través de redes: la apariencia de que es él en persona quien siempre está del otro lado del celular realizando las publicaciones.
Bukele interactúa con sus seguidores, imparte órdenes a sus subordinados vía posteos en X, realiza anuncios por Facebook Live, como cuando dijo que iba a crear su partido, el Nuevas Ideas, muestra su vida personal y deja espacio para el humor. Por supuesto, tras seis años en la presidencia, todo ello no sería posible de manera tan efectiva y popular sin logros concretos que sostengan su reputación.
Posiblemente el presidente millenial tendrá en su segunda presidencia nuevos desafíos de gestión, como el crecimiento económico, la generación de empleo y un aumento del poder adquisitivo. Y vendrán con ellos, también, nuevos desafíos comunicacionales.