Milei y la opinión pública: tiene redes, tiene imagen, pero no tiene la calle
Javier Milei siempre tuvo claro que su primer año de gobierno no sería fácil. No lo sería para la sociedad, por causa del ajuste, y en consecuencia tampoco para él. Abrió el paraguas antes de tiempo, advirtió en su discurso inaugural que serían tiempos duros, y lo hizo contando con la ventaja de haber preanunciado el ajuste ya durante su campaña. Como él mismo ha dicho, el suyo fue un caso inédito, el de un candidato que gana diciendo que va a ajustar.
La fortaleza de Milei no pasa por las relaciones con la casta. El presidente no ha tejido todas las redes de poder que podía haber tejido. Como ya hemos señalado en MC2, inicialmente tenía posibilidades de crear vínculos mejores con gobernadores y legisladores. Eso no sucedió.
La fortaleza de Milei es de cara a la sociedad y en distinción permanente con la casta. Milei lo sabe y apuesta a esa estrategia. El origen es el contrato sellado en las urnas, en donde el candidato dijo que iba a ajustar y los votantes votaron ajuste. Los buenos números de aprobación relevados por distintas consultoras lo respaldan. Hay un deterioro, pero partió de un punto bastante alto de votos y aprobación, y cuenta con la ventaja de ser un gobierno nuevo.
La sociedad está aguantando el ajuste por varios motivos. Los principales tienen que ver con los aciertos del presidente (y sus aliados en el ecosistema de medios). Hubo un diagnóstico bien difundido e instalado. También, una narrativa breve, precisa y clara. Milei, por último, cumple con la función del liderazgo de proponer un horizonte para la sociedad: la estabilización y vuelta al crecimiento. Todo eso posibilitó el contrato electoral pro ajuste. La profundidad y la duración del golpe al bolsillo es otro tema, pero el ajuste inicial la sociedad ya lo asimiló.
Sin embargo, la opinión pública no se manifiesta solo en las encuestas (que le dan relativamente bien), ni solo en los medios de comunicación (donde tiene sus aliados). Las redes sociales han sido y son un pilar comunicacional del presidente, donde, como él dijo, tiene un vínculo directo con la gente.
Las redes sociales son también lugar para la emisión desde abajo y la conversación constante. Milei saca provecho de la bidireccionalidad de las redes y dialoga con los usuarios de manera directa (respondiendo mensajes) o indirecta (con republicaciones y likes).
Las redes son el terreno donde los libertarios están a sus anchas. Casi que juegan de local, incluso cuando se pueden contabilizar algunos partidos perdidos para el team libertario.
Pero si de opinión pública hablamos, no podemos dejar de mencionar otro terreno relevante en la cultura política argentina: la calle. En nuestro país, hasta la derecha moderna recurrió a la calle.
El gobierno libertario no se propuso copar la calle. Es posible que sea una decisión a partir de un diagnóstico realista. Los libertarios todavía no cuentan con capacidad de movilización consistente. Y menos en este contexto de ajuste.
Durante la campaña, Milei siempre puso énfasis en la movilización de seguidores en las calles, sea en las caravanas o en los actos, con planos al ras de las “multitudes” para que se vea donde comenzaba la marea pero no dónde terminaba. Los cierres de campaña tuvieron una buena convocatoria, aunque en escenografías acotadas. Pero llenar la Plaza de Mayo o la del Congreso requieren otros números. Hoy en el gobierno los libertarios no explotan el factor calle. Saben que ahí todavía tienen un terreno adverso.
Del lado opositor, en cambio, las calles ya fueron copadas dos veces. Una con los actos del paro nacional de la CGT, en enero. Y ahora, con más contundencia, en el aniversario del golpe de estado. A eso se le podría agregar algunos cacerolazos espontáneos en diciembre del año pasado, aunque no mucho más.
El termómetro de las manifestaciones callejeras puede ser engañoso. De hecho las encuestas muestran el aguante de la imagen del presidente incluso en medio de un ajuste sin precedentes. El gobierno tiene fortalezas en las encuestas y en las redes sociales. Pero para un presidente que se vuelca a buscar respaldo en la sociedad, sin intermediarios, cual líder con su masa, el déficit de calle es un dato insoslayable.