Interna peronista en llamas ¿hay pelea o reproducción?
No está claro si se están peleando o se están reproduciendo, pero que hay interna hay interna. El peronismo, definido por los propios peronistas como un movimiento, atraviesa un traumático reordenamiento, del que la herramienta electoral, el Partido Justicialista (PJ), no es la excepción. Más precisamente, lo que está en disputa es la conducción nacional. Cabe preguntarse: esta interna ¿los fortalecerá o los debilitará?
La vacancia de la jefatura nacional -caída en desgracia de Alberto Fernández y derrota electoral de 2023 mediante- instaló la necesidad de redefinir la conducción del partido fundado por Perón allá por el 46. Lo cierto es que la interna es casi una novedad, porque la última fue la de Cafiero-Menem, en el 88.
Además, con posterioridad a la crisis del 2001 el partido quedó relegado y los candidatos del peronismo se presentaron a elecciones sucesivamente con diferentes sellos. A pesar de eso, desde entonces el PJ ha sido el centro de los tironeos entre diferentes sectores, que nunca se resolvieron mediante internas. La conducción del PJ nacional puede ser importante, pero no es para nada determinante.
No obstante, la interna en curso no es meramente anecdótica. Como están las cosas, el resultado estará lejos de ser inocuo y el ganador intentará utilizar su posición para conducir al peronismo en medio de la convulsionada Argentina en la era Milei.
Han quedado en evidencia algunas tendencias de dentro del peronismo. Por un lado, una demanda creciente -que excede a esa fuerza- como es la de más federalismo y menos ambacentrismo. Es como si al manto histórico de centralismo se le hubiera agregado la gestión de la pandemia con su sesgo ambacentrista y un gobierno, el de Alberto, bastante porteño en su conformación.
La interna también cristaliza un diagnóstico que realizan en el kirchnerismo. Según ese diagnóstico, se llegó a la situación actual gracias a aquellos que defeccionaron de la defensa de los intereses del pueblo. Los tibios, los impuros, los peronistas de derecha, los traidores, etc.
Si se sigue ese diagnóstico, lo lógico es esperar más purismo en caso de una conducción de Cristina. Además, se podría incrementar la presión para que la expresidenta sea candidata en el 25.
Ricardo Quintela se perfila como el peronista con mandato federalista y en procura de la renovación, así como, en el último tiempo, abierto al acercamiento a dirigentes como Schiaretti, Pichetto, Camaño, Urtubey y Randazzo, entre otros.
Quintela puede decir que ya ganó algo. El riojano se hizo más conocido fuera de su región de lo que era al inicio de la contienda. Segundo, gane o pierda, podrá mostrar el activo de haber enfrentado a Cristina. Sin embargo, serán las circunstancias futuras las que dirán si eso es un activo o un pasivo.
Por otra parte, el dato que dejan los gobernadores pejotistas no es menor, aunque difícil de desentrañar. Todos han mantenido la neutralidad al tiempo que piden por la (casi) siempre aclamada unidad. Gerardo Zamora, en Santiago del Estero; Gildo Insfrán en Formosa; Raúl Jalil en Catamarca (aproximado al gobierno); Osvaldo Jaldo, Tucumán (ídem); Sergio Ziliotto, en La Pampa, y Axel Kicillof, en Provincia de Buenos Aires.
Una interpretación posible es que cada uno de los gobernadores peronistas atiende a su juego y no tienen interés ni en apoyar a Quintela, cuando era el único candidato, ni en apoyar a Cristina cuando decidió jugar. La excepción es Insfrán, quien no se expresó públicamente aunque es sabido que respalda a Cristina. Cualquiera de las dos opciones puede ir en detrimento de la propia trayectoria.
No se puede medir a ambos con la misma vara. Cristina es Cristina y Quintela todavía es una figura por conocer para la inmensa mayoría. No cosechar respaldos de los gobernadores habla más de la situación de CFK que de la de Quintela. En este momento en el PJ no hay un liderazgo indiscutido.
Capítulo aparte para Kicillof. El no apoyo a Cristina abre la ventana para que desde el cristianismo más duro se profundice el proceso de esmerilado del gobernador. Quitarle el brillo para que este no se lo quite a Cristina, con 2025 en la mira.
Kicillof hace equilibrio entre pegarse a Cristina y albertizarse y mostrar una autonomía que lo pueda exhibir como desleal. Sin embargo, lo que va a definir el destino del gobernador más que ninguna otra variable es su propia gestión en la provincia. La provincia más compleja en el momento más complejo. Panorama ultra desafiante.
La ecuación del PJ no es la ecuación de todo el peronismo. Pichetto ya encendió motores para 2025, desde un lugar que no es para nada despreciable ni en el recinto ni entre el electorado. Un lugar de centro. Quizás no centro ideológico pero sí posicional entre el kirchnerismo y el mileismo. En un armado junto con el peronismo cordobés, aunque este último tenga un perfil mucho más anti-k.
El Frente Renovador es otra fuerza que tiene su centro gravitacional en la Provincia de Buenos Aires. El presidente del FR en la provincia ya anunció que, en 2025 si hay dos listas peronistas, entonces habrá 3. La fragmentación parece el escenario más probable en el mayor distrito del país.
La interna peronista está en llamas. Milei se frota las manos. El “divide y reinarás», principio básico y sublime, es, literalmente, mucho más viejo que la democracia. El problema, para el espectro no peronista, incluído el gobierno, reside en que el movimiento fundado por Perón es como esas familias numerosas y bochincheras que se juntan los domingos: puede haber discusiones y hasta peleas, pero eso no necesariamente significa rupturas. La fragmentación en 2025 puede beneficiar al peronismo incluso más que la unidad.