Milei y una cadena nacional para no perder el control de la narrativa
La cadena nacional de este lunes tuvo gusto a poco. Quizás el mensaje fue demasiado extenso -a pesar de ser de solo 16 minutos- para el poco contenido que tuvo y las pocas novedades que ofreció. Mayor brevedad podría haber sido un acierto. Sin embargo, este mensaje presidencial dirigido a todos los argentinos llegó en un momento clave para el control de la narrativa de gobierno.
No es un momento fácil para el presidente. Los resultados económicos para mostrar se limitan a la reducción de la inflación en comparación con diciembre y al varias veces mencionado déficit cero, centro del discurso. Lo que hoy prevalece como percepción generalizada es la contrapartida del modelo, los datos negativos, la realidad negaitva. Y en ese contexto cobra especial relevancia la marcha universitaria -y transversal- del martes.
En este escenario adverso, Milei necesitaba la cadena nacional del lunes para no perder el control de la narrativa, imponer su lectura de los acontecimientos y renovar la promesa de prosperidad futura, no sin antes mencionar los logros obtenidos en estos cuatro meses.
Como la situación no es buena, el presidente habla del “esfuerzo heroico” y de “atravesar el desierto”. Lo hizo en el discurso y lo viene haciendo semana tras semana. Pero después del sacrificio está la tierra prometida. Si hoy las entregas de Milei se limitan a las variables macroeconómicas, en parte abstractas para el común (el caso del déficit), para más adelante promete una recompensa. Y grande: “acabar con la inflación para siempre” o ser Estados Unidos dentro de 35 años. De esa forma cumple la función de todo liderazgo de prometer un horizonte.
Como se dijo, el momento ameritaba la cadena nacional. Había ahí un vacío comunicacional del gobierno que ni las conferencias de prensa del vocero, ni las entrevistas del presidente a periodistas amigos, ni las redes sociales pueden llenar. La necesidad de comunicarse con la casi totalidad de los argentinos de manera directa y con la potencia de construir hitos que significan las cadenas nacionales correctamente usadas.
Pero el mensaje del presidente no termina cuando el presidente dice la última palabra. Los discursos hacen eco, a favor y en contra. Las repercusiones positivas tuvieron una limitación intrínseca en el hecho de que el discurso agregó poco al ya habitual discurso oficialista. No hubo novedades. Y la novedad, el centro del discurso, que fue el déficit cero, no es una entrega seductora en sí misma.
Las repercusiones negativas y la posibilidad de prenderse de los temas propuestos por el presidente para atacar encuentran chances en los aspectos técnicos cuestionables del déficit cero. Además, la inflación si bien está bajando, la caída del poder adquisitivo no deja margen para festejar demasiado. No obstante, Milei cuenta, al día de hoy, con una subjetividad favorable de parte del público: hay que darle tiempo, el ajuste era necesario, y las mejoras van a llegar, esas son las opiniones que circulan entre el casi mayoritario público que lo respalda.
El mensaje por cadena nacional llegó en un momento justo para mantener esa narrativa. Mencionó los logros de estos cuatro meses y prometió futuro, apuntando a reforzar la opinión de quienes hoy aprueban la gestión.
Por último, y no menos importante, en términos de coyuntura el momento para este mensaje era exactamente este. Nada garantiza que más adelante el presidente pueda brindar un discurso por cadena sin gran cosa entre manos. La pérdida de aprobación y el crecimiento de los hostiles es una posibilidad que está a la vuelta de la esquina si no hay mejoras económicas. En ese escenario hipotético tampoco habría demasiado lugar para discursos sobrecargados de tecnicismos y números. La profundización de la crisis puede exigir más bifes y menos palabrería. Por ahora el presidente mantiene el control de la narrativa.