Balotaje apretado: gana el que se equivoca menos
Un balotaje en donde la continuidad no es una buena opción para nadie nos trae, de un lado, un candidato que se vende como un nuevo gobierno; del otro, una aleación al calor de la pasión antikirchnerista y la pulsión por la libertad y el cambio. El resultado promete ser ajustado. Como en todos los balotajes, lo que más pesa es el rechazo. Gana el que se equivoca menos.
Así las cosas, la profesionalidad de la campaña de Unión por la Patria plantea una ventaja ante el amateurismo de La Libertad Avanza. Esa diferencia quedó expuesta de manera saliente en el debate del 12 de noviembre, pero en realidad se la ve en más de un elemento de la campaña de Javier Milei.
El tramo final de la campaña de las generales fue un festival de errores, encabezados por las múltiples declaraciones polémicas de las vocerías dispersas de La Libertad Avanza. El más importante de todos fue el de Benegas Lynch y su propuesta de romper relaciones con el Vaticano, ni más ni menos que en el acto de cierre.
Ya en el balotaje, del lado de Javier Milei tomaron la rápida decisión estratégica de apartar “la casta” como adversario principal y colocar al “kirchnerismo”. El abrazo con Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Esa alianza rompió su narrativa desde la misma noche del domingo 22 de octubre. Fue abrupta, pero si no se hubiese hecho desde el minuto uno, habrían perdido tiempo valiosísimo. El mal todo junto y al comienzo aconseja Maquiavelo.
Entre morir con la suya o desperfilarse pero tener chances de ganar, Javier Milei eligió lo segundo. Pero si era para intentar todo, esa ruptura discursiva debió ser todavía más fuerte. Milei llega a la última semana de campaña desmintiéndose a sí mismo. Eso debería haberlo hecho desde el comienzo. Si iba a haber un cambio programático (muchas de las cosas que dice que no va a hacer en definitiva están en su plataforma de gobierno), lo tendría que haber hecho antes.
A eso se le suman algunas convicciones del libertario que van a contramano de los valores compartidos por la sociedad argentina. Margareth Thatcher, brecha salarial de género, cambio climático, son algunos de esos tópicos polémicos que Milei porfió en poner sobre la mesa.
El acto de cierre de campaña de La Libertad Avanza dejó un par de perlas que van a la cuenta de los errores. La difusión de fakes, como la supuesta enorme convocatoria que no existió, y las trompadas entre aliados. No obstante, el acto tuvo el enorme punto a favor de la participación de Patricia Bullrich.
Unión por la Patria hizo una de las mejores campañas presidenciales desde el regreso de la democracia en 1983. Entre las tres o cuatro mejores, junto con la de Raúl Alfonsín, la de Cristina Fernández de Kirchner en 2011 y la de Mauricio Macri en 2015.
Los errores hay que buscarlos meticulosamente y hasta son materia opinable. ¿Fue un error de Sergio Massa no decir enfáticamente que iba a bajar la inflación, como sí lo hizo esta última semana? Decirlo antes era un bumerán para el ministro de Economía. ¿Fue un error cerrar en un colegio de clase media progresista de la Ciudad de Buenos Aires como el Carlos Pellegrini cuando el federalismo es uno de los issues para los electores? Con el diario del lunes va a ser más fácil saberlo, pero si hay errores, no pasan por ahí.
Sergio Massa tiene en la manga el comodín de los errores de campaña. Una carta capaz de ganarle a todo un mazo de jugadas maestras. No hay mejor campaña que una buena gestión, reza el credo. Massa aplica el caso contrario. El gran error de la campaña de Unión por la Patria es la gestión.
Si pierde Massa, será sencillamente por su gestión al frente del Ministerio de Economía y por ser parte del oficialismo. La gente quiere un cambio. Si pierde Milei, será gracias a sus errores en la campaña. La gente no quiere “ese” cambio. Los balotajes son juegos de aversión. Gana el que se equivoca menos.